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Chile hacia un sistema financiero digital: ¿Qué significa para las empresas?

Resumen:

Chile avanza hacia un sistema financiero cada vez más digital, donde el uso de efectivo pierde protagonismo y las transacciones electrónicas, la automatización contable y la trazabilidad de datos se vuelven la norma. Este cambio, impulsado por políticas del Banco Central y el crecimiento de las fintech, redefine cómo las empresas gestionan sus finanzas: exige procesos más integrados, seguros y en tiempo real. Para las organizaciones chilenas, la digitalización financiera no es solo una tendencia tecnológica, sino una oportunidad estratégica para ganar eficiencia, cumplir mejor con las normas y tomar decisiones basadas en información confiable.


¿No tienes tiempo para leer? Entonces escucha un breve podcast para conocer en profundidad este contenido:


En noviembre de 2025, un comentario encendió el debate. El expresidente del Banco Central sugirió eliminar el billete de $20.000 por considerarlo “inútil y poco práctico”. Más allá de la anécdota, el trasfondo de sus palabras dejó en evidencia una realidad que no podemos decir, que Chile avanza hacia un sistema financiero más digitalizado, transparente y sin efectivo.

El cambio cultural en la forma en que las empresas, desde grandes corporaciones hasta las PYMES, gestionan su contabilidad, sus flujos de caja y sus procesos administrativos llegó para quedarse y, más temprano que tarde, se transformará en el estandar.

En este blog exploramos qué está pasando con la digitalización financiera en Chile, cómo impacta en las empresas y qué desafíos y oportunidades plantea para quienes están dispuestos a modernizar su gestión.


Contenido:

  1. La señal del Banco Central: Menos billetes, más trazabilidad.
  2. Digitalizar el sistema financiero: Más que pasar del billete al QR.
  3. ¿Por qué este cambio importa para las empresas?
  4. El contexto chileno: Una digitalización que avanza, pero no a la misma velocidad.
  5. La revolución silenciosa: Integración de bancos, fintech y software contable.
  6. Riesgos y desafíos: No todo es plug-and-play.
  7. El rol de la contabilidad en un entorno "cash-light"
  8. Hacia dónde vamos: El futuro del dinero en Chile.
  9. Un salto cultural más que tecnológico.

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1. La señal del Banco Central: Menos billetes, más trazabilidad

La idea de eliminar un billete no es nueva, pero que venga de una figura tan importante del sistema financiero como un expresidente del Banco Central, la convierte en una señal que no podemos desconocer.
El argumento se basa en la premisa de que modernizar los medios de pago y reducir el uso de efectivo ayudará a que las transacciones sean más seguras y trazables.

En los últimos años, Chile se ha consolidado como referente regional en digitalización bancaria: ha liderado la adopción de tecnologías financieras que facilitan la vida tanto de usuarios como de empresas.

Hoy, el 80 % de los adultos en el país cuenta con al menos una cuenta bancaria o una cuenta vista, reflejando una notable inclusión financiera. Además, más del 70 % de las transferencias de fondos entre personas y empresas se realiza ya por medio de canales electrónicos, impulsando una creciente trazabilidad y eficiencia en las operaciones.

El ecosistema bancario y financiero ha evolucionado rápidamente, incentivado por el auge de aplicaciones de pago, fintechs y soluciones innovadoras para conciliación bancaria. Estas herramientas han revolucionado la gestión del dinero y han simplificado procesos tradicionalmente manuales, permitiendo a empresas y contadores enfocarse en análisis y estrategias en vez de tareas operativas.

Sin embargo, el efectivo permanece aún presente en miles de transacciones diarias, especialmente en sectores informales o en regiones rurales donde la digitalización avanza a otro ritmo. Por ello, la ruta hacia una economía plenamente digital exige combinar esfuerzos tecnológicos con políticas públicas y educación financiera que permitan que los beneficios de la digitalización alcancen a todo el tejido empresarial y social.


2. Digitalizar el sistema financiero: Más que pasar del billete al QR

Cuando se habla de digitalización financiera, muchos piensan en pagos sin contacto o transferencias instantáneas. Pero el cambio es mucho más profundo, este implica transformar toda la arquitectura que sostiene el registro, el análisis y el control de los movimientos financieros. Digitalizar es adoptar nuevos medios de pago, pero también es repensar cómo la información financiera fluye y se gestiona de manera integral dentro de la empresa. Esto supone incorporar soluciones que automaticen la contabilización de pagos y cobros, eliminen procesos manuales, y aseguren que cada movimiento quede auditado y disponible en tiempo real para análisis y toma de decisiones.

La digitalización conecta sistemas y plataformas. Por ejemplo, la facturación electrónica se sincroniza automáticamente con el SII, las conciliaciones bancarias se realizan de forma automática entre cuentas y libros contables, y el análisis financiero pasa a ser inmediato gracias a plataformas en la nube. Además, permite generar auditorías y reportes automáticos, reduciendo errores y facilitando el cumplimiento normativo.

En definitiva, el verdadero salto no es tan solo tecnológico, sino de gestión, que habilite una nueva infraestructura administrativa donde la interoperabilidad de sistemas, la transparencia y la consistencia de los datos se vuelvan factores imprescindibles para la competitividad empresarial.


3. ¿Por qué este cambio importa para las empresas?

La digitalización del sistema financiero no debe ser considerado solo como un tema “macro”. Cada empresa chilena, desde un estudio contable, una pyme familiar, hasta una exportadora, experimentará transformaciones concretas en al menos tres ámbitos de su gestión cotidiana:

a) Control y eficiencia operativa

Para nadie es un secreto que  todo movimiento financiero deja un rastro digital, lo que hace que la conciliación y el control interno se vuelvan más ágiles y seguros. Ya no se trata de buscar boletas en carpetas ni cuadrar manualmente planillas, gracias a la digitalización, los datos fluyen entre bancos, sistemas de pago y software contable en tiempo real.

b) Cumplimiento normativo

La digitalización tributaria avanza al mismo ritmo con Libros Contables Electrónicos, facturación online, reportes automatizados al SII. Las empresas que sigan trabajando con procesos manuales estarán cada vez más expuestas a errores, sanciones o demoras frente a nuevas normativas.

c) Confianza y trazabilidad

Para proveedores, clientes y organismos públicos, la digitalización ofrece una ventaja incuestionable con transacciones más transparentes y auditables. Esto reduce el riesgos de fraude y lavado de activos, además de fortalecer la confianza del mercado en la gestión de cada empresa.
 

4. El contexto chileno: Una digitalización que avanza, pero no a la misma velocidad

 
Chile se ubica entre los países más avanzados de Latinoamérica en materia de pagos digitales y gobierno electrónico, pero la adopción en empresas todavía muestra algunos contrastes.

Las grandes compañías, por supuesto, llevan la delantera,  han invertido en ERP, automatización y analítica. Las pymes y medianas empresas, en cambio, muchas veces dependen todavía de planillas o software desconectados.

Según datos de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), más del 60% de las pymes reconoce que “La gestión financiera digital es de suma importancia para crecer”, pero menos de la mitad usa sistemas integrados para manejar contabilidad, remuneraciones y flujo de caja.

Esa brecha se puede considerar, al mismo tiempo, una advertencia y una oportunidad.

¿Por qué una advertencia? Porque las empresas que no se digitalicen quedarán rezagadas frente a un entorno cada vez más regulado y automatizado. Pero también es una oportunidad, porque modernizar la gestión financiera no requiere hoy grandes inversiones y son soluciones relativamente fáciles de implementar, ya que son modulares, en la nube y adaptables a cada negocio.

5. La revolución silenciosa: Integración de bancos, fintech y software contable

Uno de los motores más importantes de este cambio es la interconexión. Bancos, fintechs, software contable y plataformas de pago están colaborando para construir un ecosistema financiero cada vez más integrado, eliminando las barreras que antes separaban sus funciones.

Esto se traduce en desarrollos concretos como integraciones vía API entre bancos y softwares contables; ejemplo de ello son las soluciones impulsadas por Fintoc, Transbank y otros actores, que permiten automatizar la transferencia y conciliación de datos financieros en tiempo real. Además, los pagos entre clientes y proveedores pueden realizarse y registrarse de forma instantánea, facilitando la trazabilidad y reduciendo errores humanos.

Por su parte, las fintechs empresariales han evolucionado para ofrecer productos como préstamos y factoring construidos sobre el análisis de datos transaccionales y flujos reales, prescindiendo de trámites manuales o formularios impresos, y acelerando así la toma de decisiones financieras.

Este nuevo panorama redefine la relación de las empresas con el sistema financiero: las fronteras tradicionales entre contabilidad, tesorería y banca se difuminan, favoreciendo la interoperabilidad y el acceso a información actualizada en tiempo real. Cada transacción, desde un pago a proveedores hasta la obtención de financiamiento, puede registrarse automáticamente en los sistemas contables, ser analizada para fines de control, cumplimiento o planeación estratégica, y reflejarse de inmediato en reportes y dashboards. De esta manera, la gestión se vuelve mucho más ágil y respaldada por datos fiables, lo que permite a las empresas dejar atrás la toma de decisiones basada en suposiciones. La integración tecnológica, en definitiva, se convierte en un habilitador clave para que cualquier empresa, sin importar su tamaño, acceda a herramientas avanzadas de análisis, aumente la transparencia de sus operaciones y mejore su competitividad en un entorno digital cada vez más exigente.


6. Riesgos y desafíos: No todo es plug-and-play

Digitalizar también tiene sus desafíos. Más allá de las múltiples ventajas que ofrece la automatización y la integración de sistemas, debemos reconocer los retos que conlleva este proceso para empresas de todos los tamaños.
 
Queremos destacar algunos de los más mencionados:
 
  • Seguridad de la información: Aunque la trazabilidad digital refuerza el control y la auditoría, aumenta a su vez la exposición a riesgos de ciberataques, fraudes electrónicos o filtraciones de datos sensibles. Las empresas deben adoptar estándares robustos de ciberseguridad, implementar protocolos de respaldo y actualización continua, y capacitar a sus colaboradores en buenas prácticas digitales.
  • Dependencia tecnológica: La eficiencia operativa que otorgan las plataformas digitales implica también un grado mayor de dependencia de sistemas y proveedores tecnológicos. Una falla de conectividad, un error en el software o una interrupción del servicio puede paralizar parte o la totalidad de los flujos financieros y administrativos. Anticipar contingencias, contar con soporte técnico y mantener disponibilidad de canales alternativos se vuelve indispensable.
  • Resistencia al cambio y brecha de habilidades: El avance tecnológico además de ser una cuestión técnica, es también algo cultural. Algunos equipos administrativos pueden mostrar resistencia a migrar desde procesos manuales a plataformas totalmente digitales o sentir inseguridad ante tecnologías que no dominan. Superar esta barrera requiere liderazgo, capacitación continua y estrategias de gestión del cambio para fomentar la adopción y la confianza en las nuevas herramientas.
  • Cumplimiento normativo en tiempo real: La regulación en Chile, liderada por organismos como el SII o la CMF, exige que los reportes electrónicos y las declaraciones tributarias sean precisos, enviados en plazos cada vez más cortos y estén siempre alineados con la normativa vigente. Esto obliga a mantener el software permanentemente actualizado, incorporar actualizaciones legales rápidas y validar la integridad de la información que fluye entre bancos, plataformas de pago y sistemas contables.
A pesar de estos desafíos, la experiencia demuestra que los beneficios superan ampliamente los riesgos, siempre que las empresas elijan soluciones confiables, inviertan en seguridad tecnológica y prioricen la capacitación de sus equipos. Este enfoque proactivo minimiza los obstáculos y posiciona a las empresas para aprovechar al máximo la transformación digital financiera en Chile.

7. El rol de la contabilidad en un entorno “cash-light”

En un Chile que usa cada vez menos billetes, la contabilidad cobra un rol estratégico, porque, además de registrar operaciones, también se trata de orquestar la información financiera que fluye desde múltiples fuentes digitales.

Hemos hablado en incontables ocasiones del nuevo rol del contador, pero siempre es bueno poder reforzar la importancia del papel que van a desempeñar los responsables financieros en las empresas durante todo este periodo de cambio.

Analistas de datos contables. Supervisores de integraciones automáticas. Asesores de cumplimiento digital. Y, por encima de todo, curadores de información confiable y relevante que respalde la toma de decisiones estratégicas en la empresa.

Hoy, la labor del contador moderno implica mucho más que registrar movimientos, este se convierte en el enlace que traduce grandes volúmenes de datos financieros en información clara, útil y accionable para las distintas áreas de gestión.

Esto significa monitorear la calidad de los datos, ajustar procesos contables ante cambios normativos y garantizar la trazabilidad de cada transacción digital. El resultado es un rol renovado, orientado a generar valor a través del análisis profundo, la anticipación de tendencias y la asesoría proactiva, dejando atrás las tareas puramente mecánicas y abriendo espacio al aporte consultivo y estratégico en la organización.


8. Hacia dónde vamos: El futuro del dinero en Chile

Si la tendencia se mantiene, en pocos años podríamos ver transformaciones profundas en el ecosistema financiero nacional. Por ejemplo, la disminución significativa del uso de efectivo en el comercio formal e informal agilizará tanto las transacciones cotidianas como los procesos de fiscalización y trazabilidad; la interoperabilidad plena entre bancos, fintechs y billeteras digitales, permitirán que transferencias y pagos se realicen de forma instantánea, segura y con menores costos operativos; y la consolidación de una contabilidad completamente automatizada, donde la integración nativa con el SII y el sistema financiero facilitará la generación y validación de reportes en tiempo real y la gestión de obligaciones tributarias de manera transparente.

Además, surgirá una nueva forma de gestionar el flujo de caja empresarial gracias a plataformas que ofrecen dashboards predictivos, análisis de tendencias y alertas automáticas sobre problemas de liquidez o cobros pendientes.

En este escenario, los negocios con mayor capacidad de adaptarse serán aquellos que hayan apostado tempranamente por la digitalización financiera. Las empresas que reconozcan que modernizar sus procesos no es solo una inversión en tecnología, sino una estrategia para ganar agilidad operativa, mantener el control sobre sus finanzas y fortalecer su reputación ante clientes, proveedores y organismos reguladores, son las que van a salir fortalecidas con todo este proceso.

De esta forma, digitalizar las finanzas deja de ser visto como un costo y se convierte en un diferencial competitivo esencial para quienes buscan crecer y sostener su negocio en un entorno financiero conectado, eficiente y cada vez más exigente frente a la transparencia y el cumplimiento normativo.


9. Un salto cultural más que tecnológico

La digitalización del sistema financiero no depende tanto de la infraestructura o de leyes. Depende, sobre todo, de la disposición de las empresas a cambiar su manera de pensar el dinero y la gestión.

Pasar del efectivo a lo digital implica transparencia, trazabilidad y confianza.
Y en un país donde la formalidad tributaria y la eficiencia son cada vez más valoradas, este cambio es una oportunidad para modernizar la gestión desde adentro.

La pregunta no es si Chile dejará atrás el efectivo, sino cuándo y cómo las empresas aprovecharán ese proceso para crecer.


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